¡Bañadnos en oro!

sábado, 30 de abril de 2011

Episodio 22: And now for something completely ALIEN!!!

"Mi mamá siempre decía que no había monstruos, que no eran de verdad... pero sí los hay."
Sí. Los hay. En forma de podcast.
A estas alturas no creo que hagan falta demasiadas presentaciones, y los que habéis estado ahí expectantes durante meses enteros (mil gracias a vosotros y a vuestra tara mental) ya sabéis de qué va todo esto —la palabra sandez la inventaron para nosotros—, pero a buen seguro todavía existen incautos que pueden caer sin comerlo ni beberlo en nuestra red de insensateces. Para ellos va esta introducción.
Qué coño, y para los demás también, que para algo me mato a escribirla.

El camino ha sido largo y difícil —casi tanto como aceptar como bueno un aborto blanco de dientes largos y nariz de murciélago— y sentimos la tardanza casi tanto como volver a ver Alien³, pero como siempre dice mi buen amigo (je) Jaume cuando le fustigo para que termine de una puta vez la portada de turno: "¿lo queríais rápido o lo queríais bien hecho?". Bien, pues ni lo uno ni lo otro, pero bueno, no creo que nos bajen el sueldo por ello...
Y finalmente aquí está.
Disponeos, oh, fiel mercado de lectores, a revivir con nosotros, así como hicisteis con la épica Dragonball y Dragonball Z, esta Gran Saga que es la del Linguafoeda Acheronsis.
La lengua mortífera de Acheron.
EL ALIEN.
Daremos los primeros pasos de esta larga cruzada a bordo de la Nostromo, de vuelta a 1979 y a esa gran película de Ridley Scott, el director que ansiaba hacer una Masacre de Texas espacial a la vez que seguía la... emm, ¿estela? de 2001: Una odisea del espacio. El parto de la saga fue tan brutal como el de la mismísima criatura, obra del suizo Hans Ruedi Giger, y llevó al terror cinematográfico tan lejos que los dueños de las salas de cine donde se proyectaba cortaban la escena para evitar la desbandada masiva de clientes horrorizados. Mientras, Scott ya podía sonreír maliciosamente desde su rincón con el orgullo de saber que había hendido la historia del celuloide con dientes afilados como lanzas. Y eso que al final la joven y novata Sigourney Weaver no salía desnuda en los últimos minutos del film...

Luego toca el obligado transbordo a la Sulaco, y nada de lo que pueda decir ahora rendirá suficiente homenaje a la magna obra de James Cameron: ALIENS. Nunca segundas partes fueron buenas. Sí, ya. Ese hombre, rodeado todavía por las llamas del éxito de Terminator, alzó, expandió y glorificó la saga. Llevó al alien al siguiente nivel; le dio profundidad, lo insufló de nueva vida, y todo esto a su vez mientras dejaba impoluta e inmaculada la primera parte... No importa las películas que hiciera a posteriori, él ya se siente erguido con los grandes en la cumbre de un género, henchido y negro como la gran viuda negra que creó.

Después haremos un alto en el camino para observar y quizás deleitarnos con los frutos obtenidos a raíz de dos peliculones: el crecimiento de todo un universo expandido rico en ideas provechosas que al final quedaron ahogadas en el negro olvido, como una niña rescatada del infierno sólo para dormir con la promesa de la vuelta a casa —soñando durante el camino, sin pesadillas— y no despertar jamás del frío del espacio.

Tan frío como le debió de parecer a David Fincher el rodaje de ALIEN³ durante un invierno británico. Una película rodada cual cuadro sobre lienzo malogrado a base de retazos de telas baratas. Una película que antes de llegar a EEUU para la postproducción era mucho más larga y mucho más gore; quizás un reflejo de la frustración de un director que recogía los pedazos de sueños que otros habían dejado atrás.
El del director Renny Harlin era ir un paso más allá, al planeta de origen del alien, pero abandonó porque vio la tormenta que se avecinaba. El de Vincent Ward era recoger esa tormenta y convertirla en una tribulación espiritual a nivel colectivo entre una colonia de monjes en un planeta de metal rodeado por una estación espacial de madera, pero su visión medieval del terror quedó tiznada.
Fincher no pudo ni siquiera aprovechar muchas de las ideas del propio Giger, que para su nuevo hijo había diseñado toda una serie de nuevas características, como cuchillas en las manos, o una boca "erótica" con una lengua que extraía las entrañas de sus víctimas. O incluso un facehugger reina... Y aún así hay que reconocer que hizo lo que pudo. El joven director utilizó grandes dosis de resolución, toda la paciencia de la que fue capaz, y como bálsamo las melodías del músico Elliot Goldenthal, aficionado a la experimentación sonora. (Ah, y nosotros le añadimos uno al cociente intelectual del personaje llamado Aaron porque somos así de generosos). Su alien finalmente no pudo salir de un buey, pero chillaba como un cerdo.

Así no es de extrañar que Walter Hill y David Giler, coproductores de la franquicia, se opusieran a una continuación. Weaver odiaba la idea de Aliens vs. Predator, y necesitaban una película que levantara la saga y la colocara en el pedestal del que había caído.
ALIEN RESURRECCIÓN no consiguió eso, pero por lo menos Jean-Pierre Jeunet cerró una especie de ciclo en el que ahora el alien y Ripley tenían una relación más que simbiótica y donde finalmente llegarían a la Tierra, aquel mundo que ya no pueden llamar hogar —aunque luego cortaran la escena con Ripley y Call sentadas ante las ruinas de París y no rodaran la terrible batalla final entre ellas y el alien sobre el planeta. No hay que quitarle mérito a un director que intentó mantener vivo el espíritu de Giger en su ausencia, creando un largometraje diferente, visualmente especial —de colores casi fantasmagóricos—, que quizás podría mantenerse en pie por sí mismo si no lo comparas con sus referentes. En gran parte por el apoyo de los productores y la ayuda de su equipo entre los que destacan, además de los actores, Pitof y Darius Khondji, su cámara, apodado por un buen motivo el "príncipe de la oscuridad".
Aliens creados mediante hombres disfrazados y CGI (irónicamente gracias a Blue Sky, el estudio que dio vida a las cucarachas en El cuchitril de Joe). Naves y escenarios llevados a cabo mediante oscuras maquetas iluminadas con dificultad. Los avances tecnológicos salvaron el apartado visual, pero eso hace que se sienta aún más la ausencia del alien alado "recién nacido" del guion original, parido de un útero materno gracias a la sangre de los capturados.

Y aún así, la serie se siente inacabada. La desazón es insistente. La última parte del podcast la dedicamos a los cómics restantes y a muchos videojuegos de la franquicia, pero se echa en falta un último estallido.
Un punto y final digno que nos deje descansar.
Un fundido en negro para que podamos dormir y soñar todo el camino de vuelta a casa.
Sin pesadillas.





Gracias a todos los que habéis esperado paciente e impacientemente, a Seri de doshorasymedia por su inestimable colaboración, a Dani y Jaume por la portada, y a toda esa gente que se dejó los cuernos para que pudiéramos y podamos disfrutar del monstruo en todas sus facetas.
Y aquí el link del juego de Aliens en flash.

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